Un ministerio de Iglesia Biblica Missio

25) Salmo 3:7 Sálvame Dios mío




Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; Los dientes de los perversos quebrantaste.
Salmos 3:7 

David tenía fe pero eso no significa que ya no hay que orar más ¡NO! Más bien, sabía que la gracia de Dios la necesitaba cada día y por eso, aunque había descansado confiadamente en El, ahora sigue clamando por salvación. Cada día se nos presentan muchos enemigos y conflictos ¿acaso no necesitaremos Su Salvación diariamente?

El deseo de David es que Dios hiera a los perversos, a sus enemigos pero ¿y nosotros? Cuando nos encontramos en medio de la prueba, ya sea persecución, o una injusticia en el trabajo, un jefe muy duro, un matrimonio muy difícil, consecuencias por nuestro pecado, dolor físico, escasez, tristeza, soledad, etc ¿cuáles son nuestras peticiones? Qué hermoso es poder hablar con el Rey, poder derramar nuestros corazones (Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Selah
Salmos 62:8). 

Que el Rey de reyes, Todopoderoso y Sustentador de todas las cosas quiera que apartemos tiempo cada día para derramar nuestro corazón delante de El...sinceramente nos supera, pero es así (Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Isaías 55:9). 

Qué buen ejemplo es David, que bendición poder leer cada versículo de cada salmo pero, también nosotros podemos tener comunión con El:
¡Busquemos cada día Su Salvación!

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