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10 Salmo 2:2,3 Se levantarán los reyes de la tierra...





Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas.
Salmos 2:2-3 

¡Qué tremendo! Las naciones guiados por sus reyes y gobernantes preparándose para la batalla contra Dios y contra su ungido:

Ungido: Se refiere al que Dios ha establecido como Su rey, en este contexto el rey davídico (2 Samuel 7:8-17), y después se refiere al mismo Jesus (la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia
Efesios 1:20-22).

Este ejército será completamente inútil, pues el reino de Jesús no tendrá fin (Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
S. Lucas 1:31-33)

Para mí es muy profundo lo que nos muestran estos 2 versículos. La paz en el mundo no puede existir mientras el Señor y su ungido sean rechazados, el mundo se prepara ferozmente para la batalla contra Dios y por muy buenos que quieran parecer, si no son hijos de Dios, se están armando (y ya tienen armas, rechazan de inmediato y persiguen a los cristianos) para pelar la batalla.

Lo que vemos hoy es un mundo cada vez más depravado donde las leyes que se aprueban son todo lo contrario a los mandamientos de Dios, por ejemplo el matrimonio igualitario, el aborto, etc.

Asegurémonos de conocer a Dios, de que le adoramos por cómo es Él y consideremos que seguir Su voluntad no es vivir en esclavitud si no en plena libertad.

Una cosa está muy clara, antes éramos enemigos pero nos atrajo hacia el con gran amor (Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios. Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.
Oseas 11:1-4).

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